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sábado, 7 de marzo de 2015

RESETEAR LA EDUCACIÓN -2ª Parte





La Educación, según el Mito de la Caverna, se encuentra, al modo de una muñeca rusa, dentro de otra caverna la cual, a su vez, está dentro de otra, y allí se lleva a cabo un  bombardeo sistemático  de imágenes y palabras.  A su vez, en la caverna  el ecosistema es una organización vertical que podría equiparar escuela con guardería y hasta con cárcel. El sistemático y acrítico bombardeo de toda una serie de asignaturas, es lo que el alumnado extraerá  de la escuela para, al final del camino, tener que enfrentarse a un mundo del que sólo se conoce el mapa pero ni por asomo el territorio.

Ese bombardeo esconde ideología, sin duda. Ideología trasnochada, por lo menos en el tiempo, pues hoy nos encontramos gestionando un sistema y un currículo que proviene de los tiempos de la Revolución Industrial, cuando se educaba a obreros inteligentes en la obediencia, la disciplina de la cadena de montaje, la sumisión.

Es cierto que se instauró la educación pública, obligatoria y gratuita, un logro que se adjudicó la izquierda aunque fuese, en realidad, subvencionada por las grandes fortunas de entonces. No se puede negar.

Pero no olvidemos, tampoco, que el primer trabajo de campo del sistema público, obligatorio y gratuito se llevó a cabo en Prusia bajo la supervisión de Denis Diderot, quien a avanzada edad e invitado por la Zarina Catalina La Grande, vivió en la Corte de San Petersburgo: el despotismo ilustrado  -todo para el pueblo pero sin el pueblo, recordemos- al servicio de la nueva educación. Se pretendía (y se sigue pretendiendo) formar gente dócil, obediente y útil para los fines buscados, súbditos obedientes.  Por su parte, Napoleón  quiso “formar un cuerpo docente para dirigir el parecer de los franceses”. Más de lo mismo…y hasta hoy.


Sin embargo, en la Grecia clásica  la educación obligatoria se impartía a los esclavos, en tanto las escuelas de Platón, Aristóteles o Sócrates  eran otra cosa distinta: espacios de crecimiento personal para las élites inquietas que se lo podían permitir.

Pues bien: si hemos llegado a la educación gratuita, obligatoria y pública, ¿por qué no dar un salto e iniciar los pasos hacia el cambio de paradigma? 

¿Qué nos lo impide?

Me resulta del todo aberrante que cuando salimos de la escuela conozcamos el mapa pero desconozcamos el territorio y que esa ignorancia nos haga daño, mucho daño.  ¿Cómo es posible que lo que nos hace daño como seres humanos pueda considerarse un bien para El Sistema?

Si ahora sabemos, porque está demostrado, que la letra no entra con sangre sino a través de las emociones, EMOCIONEMOS al alumnado.

Si nos interesa el CRECIMIENTO PERSONAL de nuestra descendencia, pongamos los medios.

Si los maestros actuales son hijos del Sistema, permitámosles expresar lo que saben y lo que sienten  -que es muchísimo, no me cabe duda-  y démosles un número ecológicamente sostenible de alumnos para que puedan desplegar su habilidad y su técnica.


Porque la Educación no puede tener todas las respuestas.  Aún menos respuestas-tipo. La
Educación ha de enseñar a hacer preguntas y ayudar a que quien está para aprender encuentre las respuestas por sí mismo.

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