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viernes, 20 de marzo de 2015

ENSEÑAR A USAR LA INTELIGENCIA PARA EL BUEN COMPORTAMIENTO HUMANO



La Enseñanza, así con mayúsculas, ha de tener un fin primordial: entrenar el buen comportamiento de los seres humanos. Ésta ha de ser la clave de bóveda de la Nueva Educación.

No estoy descubriendo nada nuevo. Lo han dicho muchas veces importantes expertos. Por único ejemplo, para no cansar con datos, Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política y autora de varias obras imprescindibles, afirma que la calidad educativa ha de formar ciudadanos justos además de buenos profesionales.

Todas y cada una de las iniciativas legislativas que en los últimos cuarenta años han sido en España, LOMCE incluida, presentadas y defendidas como intentos de mejorar la calidad educativa, han fijado su foco en  educar  para aumentar la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad del país a través de poder alcanzar puestos de trabajo de alta cualificación, en pos de un  supuestamente consecuente crecimiento económico.  

No puedo dejar de ver esta última tentativa como una rendición a lo científico-técnico. Es  profundamente equivocado poner el foco sólo en ello  olvidando  la parte de la cultura en el más amplio sentido, el importantísimo vértice  referido a los valores, a las virtudes en sentido laico, al comportamiento de las personas. Y no me refiero a la igualdad de oportunidades, tan maltratada en la LOMCE, sino al puro monocultivo de las habilidades técnicas en detrimento de las competencias convivenciales, porque es un lugar casi común con los proyectos y leyes que precedieron a ésta en España.

La nueva educación sabe que el inconsciente se puede educar. Se puede entrenar. Y lo ha de hacer.



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