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martes, 3 de marzo de 2015

RESETEAR LA EDUCACIÓN 1ª parte




A mediados de Octubre del pasado 2014 publiqué en este blog  un post titulado “Qué fue de nuestra Institución Libre de Enseñanza” que, al poco, colgué en Linkedin y que no fue sino el comienzo de una serie de publicaciones  acerca de cuánto y cómo me ocupa   investigar un modo de que la educación que nosotros recibimos pueda mejorarse, en qué terrenos, con qué instrumentos y pudiendo colaborar entre quiénes, porque para estos menesteres lo último es, y la vida me lo ha demostrado machaconamente, considerarse “un francotirador que cree haber visto la luz”.  Alguien poco útil.

He conocido  iniciativas realmente creativas que se están desarrollando en América Latina y en España. Sentirme enfrascado en tal tarea a edad madura regala  a mi vida una dirección muy clara y útil que nunca antes había experimentado pese al  largo tiempo entregado al Derecho, como abogado, y a la política en diversos cargos y ocupaciones desde la tierna juventud.   

Fue, precisamente, la política lo que me acercó a interesarme por la Institución Libre de Enseñanza, el enorme, aunque breve, experimento decimonónico que alumbró España en 1876 hasta que Franco  dio  al traste con aquella idea que se había inspirado en la filosofía krausista para, desde ella, trabajar en pos de alumbrar mejores personas. Me permito incorporar un párrafo del post ya citado:
”La Institución Libre de Enseñanza (I.L.E.), nacida de las ideas del filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause, creador del “krausismo”, suponía, en esencia, una regeneración en las costumbres, una modernización a partir de la creación de un nuevo tipo de persona capaz de tener criterios propios, afán de autocrítica y de crítica constructiva, capaz de hacer frente al descalabro social y moral del país; una persona culta e instruida. Una persona con un proyecto o, en todo caso, capaz de sumarse plenamente a un proyecto de auténtica regeneración social, cultural, ética  e incluso moral del país. La I.L.E.  proponía una regeneración individual y colectiva”. 

Se comprenderá que me tiente volver atrás. Pero si sólo se tratase de la I.L.E. no sería justo. Porque ya he mencionado las interesantes  iniciativas latinoamericanas y españolas que trabajan, casi en silencio, por ayudar a las criaturas a ser mejores en cada aspecto de su yo. Las fuentes de la ILE, o Platón, Aristóteles, Sócrates, los grandes maestros, viven dentro de los proyectos citados, que surgen con la idea de ayudar a construir mejores personas.

Porque la escuela, la educación, necesita  reinventarse. El paradigma actual ha de ser superado. En las aulas –y llamo a recordar el pasado de muchos de nosotros- están firmemente instalados (para el profesorado y alumnado por igual)  el tedio, el aburrimiento y la falta de motivación. Se imparten materias puramente curriculares, estáticas, sin movimiento. Vivimos inmersos en un “centramiento ciego” –según bastantes expertos-  sobre los contenidos puramente curriculares. Y no parece que interese, vista la perspectiva histórica, cambiar eso.

Pero, ¿que no interese a quién? ¿Al “sistema”?  y,, ¿El Sistema no somos todos nosotros?
Tengamos en cuenta que en las escuelas, colegios, institutos, academias, incluso facultades, se habla, siempre en teoría, de solidaridad, igualdad, cooperación, paz, felicidad  pero,  en cambio, se educa en la competición, que es la premisa mayor de los conflictos; se machacan  el individualismo,  la discriminación, el condicionamiento, la violencia emocional y el materialismo como si se tratase de  “asignaturas latentes” que la educación actual inocula en nuestra descendencia ante nuestros ojos y –me pregunto si es así realmente- nuestro asentimiento culpable. 
                                   

De esta forma, enseñar se convierte, como dicen algunos expertos, en “un proceso de reproducción simbólica” del statu quo que no abre sino que, muy al contrario, cierra las puertas a la creatividad, puede que el instrumento más valioso que traemos de serie los seres humanos. 

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