“…y
mi voz irá contigo” Milton Erickson
Walk on, walk on, with hope in your heart,
And you'll never walk alone...
And you'll never walk alone...
(Sigue caminando,
sigue caminando, con esperanza en tu corazón, y nunca caminarás solo ...)
Himno del club de fútbol
Liverpool
La Mediación es un sistema
ancestral para abordar disputas. Desde la madre que se interpone entre los
hijos que pelean por una nimiedad hasta el viejo de la tribu o el chamán que
escuchan a las partes y toman una u otra decisión pretendiendo conciliar las
posturas, han sido muchos los caminos que la mediación ha recorrido e
incontables los pasos que ha dado: hacia los lados, hacia delante y, sobre
todo, hacia atrás.
En la actualidad, y seguramente
será por esos vientos de cambio que unos achacan a la llegada de una Nueva Era,
otros al Cambio Climático, otros a una
supuesta Elevación de la Conciencia Cósmica
(supuesta pese a que hay guerras por
doquier, ya casi todas de desgaste, absurdas, entre iguales), y otros más –cómo
no- a la crisis, es como si la gente empezase a reparar en aquello de que ‘los problemas se pueden solucionar
hablando’. A acercarse al concepto, sí, pero sólo un poco. Y de boquilla.
Fijémonos, si no, en las dificultades de la Mediación para abrirse paso en el
mundo actual pese a sus ventajas.
Que vaya por delante mi respeto
hacia lo que se me escapa, hacia lo que no entiendo. Pues bien, he leído y oído
sobre esa Nueva Era, la Era Acuario que (dicen) trae una Elevación de las Conciencias…ojalá
se esté produciendo. De hecho, hay quienes defienden fervientemente que
podríamos estar acercándonos al concepto de masa
crítica pacifista, no violenta. Hago fervientes votos por eso aunque yo,
como Hegel, a la masa crítica prefiero llamarla “público maduro”.
Muchos creemos
que el Cambio Climático es algo evidente. Pero yo me declaro, en ese
sentido, no partidario de culpar sólo
al ser humano de la que a nuestros descendientes se les viene encima, porque la Tierra (que
está viva, muy viva) es lo suficientemente
autónoma para gobernar sus ciclos y…sí, claro que nosotros ayudamos a la
catástrofe acelerando el proceso, pero nada más. El resto lo hace la Madre
Naturaleza. La humanidad, o mejor dicho los
gamberros de la tribu[1]
ponen mucho de su parte, pero hay más causas.
Así que no seamos tan
egocéntricos. Tenemos, seguramente, gran parte de culpa en la aceleración del
proceso de cambio. Somos, reconozcámoslo, unos mucho más que otros, bien gamberros
egoístas con lo que nos rodea, pero hasta ahí. ¿O es que alguien piensa que
los dinosaurios fueron responsables de
la caída de los meteoritos que cambiaron la faz de la tierra hasta convertirla
en nuestra casa actual? Somos importantes pero no somos el centro del Universo.
Pues la Mediación ha existido siempre.
Siempre, desde que el ser humano se juntó en
comunidades. Pero hace mucho tiempo cayó en desuso ante otro instrumento
más efectivo y más efectista: la administración de justicia como poder.
Casi todos los hombres, y muchas
de las mujeres que hoy peinamos canas, hemos tenido alguna vez una peonza. En
mi casa le decíamos una chiva, pero sí,
una peonza. Mis hijos e hijas, ya mayores, han pasado por las muñecas, los
tamagochis, la play-station, las bicis y todo tipo de artilugios que les
hayamos podido comprar pero, de unos meses a esta parte, cuando estoy al
ordenador escribiendo y miro por la ventana (“…no hago otra cosa que pensar en
ti…”, admirado Serrat), veo a bastantes críos y crías jugando con peonzas.
Podría serlo, pero no creo que sea cuestión de precio, aunque también. Seguro
que alguien las está volviendo a poner de moda. Quizás le llamen un “juego de
peonza vintage” o yo que sé.
Pues como vuelva para quedarse,
sin duda habrá llegado el momento de que l@s mediador@s pensemos o en espabilar
o en hacernos el hara-kiri. Porque si La Mediación ha existido siempre, si es
una técnica o, incluso –como defiendo- un arte ancestral, alguien la tiene que poner de moda aunque sea como
algo ‘vintage’. Y barato. Y más simple que gastarse hasta lo que no se tiene en
pleitos eternos y sin garantías. Algo
accesible. Fácil de manejar con maña y con paciencia. Y en compañía.
El principal movimiento telúrico
que está provocando hablar de la Mediación como remedio es que la
administración de justicia está fallando, y lo está haciendo estrepitosamente.
Estamos sólo en un prefacio, por lo que me voy a limitar a enumerar una lista
no exhaustiva de las fallas judiciales que están chocando y
repeliéndose cada día, haciendo la vida aún más difícil a la gente:
a)
La endémica tardanza en el señalamiento de los
juicios, da lo mismo civiles que penales que laborales que
contencioso-administrativos;
b)
La saturación de expedientes, que en algunos
casos llegan a suponer un incremento del 180% de la capacidad de las oficinas
judiciales;
c)
Los recortes, que no permiten contratar personal
interino, por lo que gran cantidad de puestos de trabajo están sin cubrir en
los juzgados;
d)
La no convocatoria de plazas de jueces,
secretarios, fiscales, oficiales y auxiliares por la misma causa: los recortes;
e)
La no ampliación de la planta judicial que
permita que el número de juzgados por habitante sea siquiera comparable al
resto de países que nos rodean. Comparable, me refiero, sin enrojecer;
f)
Las tasas, cuya cuantía, puede que recaudatoria
en un primer momento, se ha convertido en disuasoria para las gentes de a pie
que no pueden gastar ciertas cantidades en, únicamente, poder pleitear.
El caso es que recurrir a la
Mediación va a terminar siendo el mejor consejo que las asistencias letradas
puedan hacer llegar a los clientes que quieran terminar sus disputas en un
tiempo razonable.
Aunque tiene su capítulo
específico, voy a hacer aquí una introducción al método P.A.M.E.P., el Procedimiento de Acompañamiento para la
Mediación entre Empresas y otras Personas.
Lo denomino ‘de acompañamiento’ porque el método se basa en la
Programación Neurolingüística, una técnica apreciada por algunos y denostada
por otros cuya misión es, precisamente
ésa: acompañar.
El famoso terapeuta Milton
Erickson dejó escrito aquello de que “…cada
persona es un individuo único. Por lo tanto, la psicología* debería ser
formulada para encontrar la peculiaridad de las necesidades del individuo, en
vez de amoldar a la persona para que
encaje en una teoría hipotética de la
conducta humana.” Encaja,
porque el PAMEP trata a las personas como individuos únicos dentro de un método
que se adapta a cada quién de forma sistemática.
El PAMEP es un
modo de hacer, muestra cómo participar en un proceso de Mediación siempre en
compañía, en buena compañía. El acompañamiento en el PAMEP consiste en que el mediador, durante una cantidad de tiempo no preestablecida, se coloca por
medio de su técnica en el lugar del
cliente, se traslada a una determinada
posición perceptiva y se identifica
con el cliente o, más bien, con los
aspectos del conflicto o disputa tal como los ve y vive el cliente.
Pero este tema
tiene su propio espacio, razón por la cual no es preciso extenderse en ello.
Sólo cabe decir
que el método promueve la flexibilidad, la singularidad y la individualidad de
los implicados en la Mediación. El PAMEP
parte de la real existencia de toda una serie de recursos, a veces desconocidos
y casi siempre infrautilizados pero que habitan dentro de cada cual, con el fin
de encarar creativamente el problema acerca sobre el que mediar. El
mediador es sólo un facilitador para que
las cosas que tienen que ocurrir ocurran.
Aquí hago mías unas
palabras de Pilar Manuera en su trabajo titulado “EL MODELO CIRCULAR NARRATIVO DE SARA COBB Y SUS TÉCNICAS” de 2007
para la Universidad de Huelva: “…el modelo circular narrativo de Sara Cobb
ayuda a resolver creativamente desde una nueva “narrativa” los conflictos y, a
la vez, a disfrutar con las soluciones elegidas, las cuales son determinadas
por las partes en conflicto… Este proceso genera un pensamiento diferente en la
medida (en)
que unos nuevos parámetros determinan (modifican,
entiendo yo) la conducta de las personas
implicadas. La persona se centra sobre sus propias responsabilidades, y deja de
“cargar” las mismas en otras personas. (Se
trata de un) Proceso de comunicación que
lleva a la persona a un adecuado desarrollo, evitando mayores conflictos. En
definitiva, es un aprendizaje que permite una mejor comunicación con los
distintos sistemas donde el individuo está
inserto”.*
También la psicoterapeuta y profesora Marinés
Suares se alinea en el método-escuela
Circular Narrativo, del que dice que la Mediación “…es un instrumento para la satisfacción de las necesidades
individuales, una herramienta para satisfacer las necesidades
humanas auténticas de las partes en disputa, que reduce costos económicos y
emocionales y que busca dejar libres a
los tribunales para atender otras disputas que sí los necesitan...”
Tal exposición
podría significar que el P.A.M.E.P. se alinea con el modelo Circular Narrativo
como escuela de mediación. Pues me alegro de pertenecer a una escuela que está
viva y creciendo.
[1] Agraciada expresión utilizada por Pepa
Fernández en RNE durante su programa “No
es un día cualquiera”.
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