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lunes, 15 de diciembre de 2014

PREFACIO

“…y mi voz irá contigo”  Milton Erickson

Walk on, walk on, with hope in your heart, 
And you'll never walk alone... 
(Sigue caminando, sigue caminando, con esperanza en tu corazón, y nunca caminarás solo ...)
Himno del club de fútbol Liverpool

                                                     
La Mediación es un sistema ancestral para abordar disputas. Desde la madre que se interpone entre los hijos que pelean por una nimiedad hasta el viejo de la tribu o el chamán que escuchan a las partes y toman una u otra decisión pretendiendo conciliar las posturas, han sido muchos los caminos que la mediación ha recorrido e incontables los pasos que ha dado: hacia los lados, hacia delante y, sobre todo, hacia atrás.
En la actualidad, y seguramente será por esos vientos de cambio que unos achacan a la llegada de una Nueva Era, otros al Cambio Climático, otros  a una supuesta Elevación de la Conciencia Cósmica  (supuesta pese a  que hay guerras por doquier, ya casi todas de desgaste, absurdas, entre iguales), y otros más –cómo no- a la crisis, es como si la gente empezase a reparar en aquello de que  ‘los problemas se pueden solucionar hablando’. A acercarse al concepto, sí, pero sólo un poco. Y de boquilla. Fijémonos, si no, en las dificultades de la Mediación para abrirse paso en el mundo actual pese a sus ventajas.
Que vaya por delante mi respeto hacia lo que se me escapa, hacia lo que no entiendo. Pues bien, he leído y oído sobre esa  Nueva Era, la Era Acuario que (dicen) trae una Elevación de las Conciencias…ojalá se esté produciendo. De hecho, hay quienes defienden fervientemente que podríamos estar acercándonos al concepto de masa crítica pacifista, no violenta. Hago fervientes votos por eso aunque yo, como Hegel, a la masa crítica prefiero llamarla “público maduro”.
Muchos  creemos  que el Cambio Climático es algo evidente. Pero yo me declaro, en ese sentido, no partidario de culpar sólo al ser humano de la que a nuestros descendientes  se les viene encima, porque la Tierra (que está viva, muy viva)  es lo suficientemente autónoma para gobernar sus ciclos y…sí, claro que nosotros ayudamos a la catástrofe acelerando el proceso, pero nada más. El resto lo hace la Madre Naturaleza. La humanidad, o mejor dicho los gamberros de la tribu[1] ponen mucho de su parte, pero hay más causas.
Así que no seamos tan egocéntricos. Tenemos, seguramente, gran parte de culpa en la aceleración del proceso de cambio. Somos, reconozcámoslo, unos mucho más que otros, bien  gamberros egoístas con lo que nos rodea, pero hasta ahí. ¿O es que alguien piensa que los dinosaurios fueron responsables  de la caída de los meteoritos que cambiaron la faz de la tierra hasta convertirla en nuestra casa actual? Somos importantes pero no somos el centro del Universo.
 Pues la Mediación ha existido siempre. Siempre, desde que el ser humano se juntó en   comunidades. Pero hace mucho tiempo cayó en desuso ante otro instrumento más efectivo y más efectista: la administración de justicia como poder.
Casi todos los hombres, y muchas de las mujeres que hoy peinamos canas, hemos tenido alguna vez una peonza. En mi casa  le decíamos una chiva, pero sí, una peonza. Mis hijos e hijas, ya mayores, han pasado por las muñecas, los tamagochis, la play-station, las bicis y todo tipo de artilugios que les hayamos podido comprar pero, de unos meses a esta parte, cuando estoy al ordenador escribiendo y miro por la ventana (“…no hago otra cosa que pensar en ti…”, admirado Serrat), veo a bastantes críos y crías jugando con peonzas. Podría serlo, pero no creo que sea cuestión de precio, aunque también. Seguro que alguien las está volviendo a poner de moda. Quizás le llamen un “juego de peonza vintage” o yo que sé.
Pues como vuelva para quedarse, sin duda habrá llegado el momento de que l@s mediador@s pensemos o en espabilar o en hacernos el hara-kiri. Porque si La Mediación ha existido siempre, si es una técnica o, incluso –como defiendo- un arte ancestral, alguien  la tiene que poner de moda aunque sea como algo ‘vintage’. Y barato. Y más simple que gastarse hasta lo que no se tiene en pleitos eternos y sin garantías. Algo  accesible. Fácil de manejar con maña y con paciencia. Y en compañía.
El principal movimiento telúrico que está provocando hablar de la Mediación como remedio es que la administración de justicia está fallando, y lo está haciendo estrepitosamente. Estamos sólo en un prefacio, por lo que me voy a limitar a enumerar una lista no exhaustiva  de las fallas judiciales que están chocando y repeliéndose cada día, haciendo la vida aún más difícil a la gente:
a)      La endémica tardanza en el señalamiento de los juicios, da lo mismo civiles que penales que laborales que contencioso-administrativos;
b)      La saturación de expedientes, que en algunos casos llegan a suponer un incremento del 180% de la capacidad de las oficinas judiciales;
c)       Los recortes, que no permiten contratar personal interino, por lo que gran cantidad de puestos de trabajo están sin cubrir en los juzgados;
d)      La no convocatoria de plazas de jueces, secretarios, fiscales, oficiales y auxiliares por la misma causa: los recortes;
e)      La no ampliación de la planta judicial que permita que el número de juzgados por habitante sea siquiera comparable al resto de países que nos rodean. Comparable, me refiero,  sin enrojecer;
f)       Las tasas, cuya cuantía, puede que recaudatoria en un primer momento, se ha convertido en disuasoria para las gentes de a pie que no pueden gastar ciertas cantidades en, únicamente,  poder pleitear.
El caso es que recurrir a la Mediación va a terminar siendo el mejor consejo que las asistencias letradas puedan hacer llegar a los clientes que quieran terminar sus disputas en un tiempo razonable.
Aunque tiene su capítulo específico, voy a hacer aquí una introducción al método P.A.M.E.P., el Procedimiento de Acompañamiento para la Mediación entre Empresas y otras Personas.  Lo denomino ‘de acompañamiento’ porque el método se basa en la Programación Neurolingüística, una técnica apreciada por algunos y denostada por otros  cuya misión es, precisamente ésa: acompañar.
El famoso terapeuta Milton Erickson dejó escrito aquello de que “…cada persona es un individuo único. Por lo tanto, la psicología* debería ser formulada para encontrar la peculiaridad de las necesidades del individuo, en vez de amoldar a la persona para que encaje en una teoría hipotética de la conducta humana.”  Encaja, porque el PAMEP trata a las personas como individuos únicos dentro de un método que se adapta a cada quién de forma sistemática.
El PAMEP es un modo de hacer, muestra cómo participar en un proceso de Mediación siempre en compañía, en buena compañía. El acompañamiento en el PAMEP consiste en que el mediador, durante una cantidad de tiempo no preestablecida, se coloca por medio de su técnica  en el lugar del cliente, se traslada a una determinada posición perceptiva y se identifica con el cliente o, más bien, con los aspectos del conflicto o disputa tal como los ve y vive el cliente.
Pero este tema tiene su propio espacio, razón por la cual no es preciso extenderse en ello.
Sólo cabe decir que el método promueve la flexibilidad, la singularidad y la individualidad de los implicados en la Mediación. El PAMEP parte de la real existencia de toda una serie de recursos, a veces desconocidos y casi siempre infrautilizados pero que habitan dentro de cada cual, con el fin de encarar creativamente el problema acerca sobre el que mediar.  El mediador es sólo un facilitador para  que las cosas que tienen que ocurrir ocurran.
Aquí hago mías unas palabras de Pilar Manuera en su trabajo titulado “EL MODELO CIRCULAR NARRATIVO DE SARA COBB Y SUS TÉCNICAS” de 2007 para la Universidad de Huelva:   “…el modelo circular narrativo de Sara Cobb ayuda a resolver creativamente desde una nueva “narrativa” los conflictos y, a la vez, a disfrutar con las soluciones elegidas, las cuales son determinadas por las partes en conflicto… Este proceso genera un pensamiento diferente en la medida  (en) que  unos nuevos parámetros determinan (modifican, entiendo yo) la conducta de las personas implicadas. La persona se centra sobre sus propias responsabilidades, y deja de “cargar” las mismas en otras personas.  (Se trata de un) Proceso de comunicación que lleva a la persona a un adecuado desarrollo, evitando mayores conflictos. En definitiva, es un aprendizaje que permite una mejor comunicación con los distintos sistemas donde el individuo está  inserto”.*

También la psicoterapeuta y profesora Marinés Suares  se alinea en el método-escuela Circular Narrativo, del que dice que la Mediación “…es un instrumento para la satisfacción de las necesidades individuales,  una herramienta para satisfacer las necesidades humanas auténticas de las partes en disputa, que reduce costos económicos y emocionales y que busca dejar  libres a los tribunales para atender otras disputas que sí los necesitan...”
Tal exposición podría significar que el P.A.M.E.P. se alinea con el modelo Circular Narrativo como escuela de mediación. Pues me alegro de pertenecer a una escuela que está viva y creciendo.








[1]  Agraciada expresión utilizada por Pepa Fernández  en RNE durante su programa “No es un día cualquiera”.

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