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sábado, 13 de diciembre de 2014

ENCAJANDO PIEZAS


Somos seres incompletos. De un modo u otro, con un plan o sin él, vivimos queriendo más, queriendo mejor, deseando.

Hay personas que proyectan, que piensan antes de actuar, y personas que no actúan de ese modo, que viven sobre la marcha, que improvisan, que reaccionan, que primero disparan y luego preguntan.

Esos modelos han sido estudiados, analizados, diseccionados y etiquetados. E, incluso, se han llegado a asociar con determinados fenotipos[i], de modo que la persona improvisadora, poco reflexiva, etc., se identifica con el carácter latino o, por mejor decir, propio de gentes que viven donde hace sol y calor.
Es curioso, pero incluso se ha dicho que en tiempos del llamado Siglo de Oro, época de sumo enconamiento de la Leyenda Negra, “…el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas...”.

A veces se diría que hemos llegado a creernos esa leyenda. Que, como su propia denominación indica, es sólo una leyenda. Y que es curioso que comenzase en Italia, donde las pugnas con aragoneses y catalanes eran cotidianas y la maledicencia un arma no despreciable.

Es cierto que España es la patria del Buscón, de Bárcenas, del Pequeño Nicolás, de Fabra, de Matas, de Filesa, del Lazarillo de Tormes, pero hemos dado a la Historia grandes nombres, tanto de hombres como de mujeres, y eso es tan cierto como la Inquisición, los impagos a las tropas que empujaban a éstas al pillaje y otros desmanes, el “qué buen vasallo de haber tenido buen señor”, etc.

Nos gusta el sol, la calle, el bureo, pero también la calma y el recogimiento. Y el orden en las cosas.

Nadie, es cierto, ha pensado  -o por lo menos nadie ha llevado a cabo-  en una reforma de los estudios infantiles. Nadie ha dado el paso de otorgar verdadera importancia a enseñar desde primaria (o desde la guardería, incluso) las habilidades relacionales que van a ser definitivas en el desarrollo del ser humano: colaborar, jugar, pararse, pensar, tomar decisiones y ser responsables de ellas –desde hacerse la mochila del cole y decidir qué llevar y en qué orden colocarlo-, desenvolverse en los conflictos…por ejemplo.

Un curriculum de estudios lleno de asignaturas memorísticas es el caldo de cultivo ideal para el desinterés porque descarta la creatividad y, esencialmente, el ser humano es creativo.

Puede que para quienes peinamos canas ya sea tarde, pero no para tomar ese tipo de decisiones: si nosotr@s no hemos podido disfrutar del privilegio de la creatividad, seamos al menos capaces de sentarnos a establecer un suelo común para que este país aporte no sólo, grandes atletas,  grandes genios de las letras y las artes además de malos ejemplos para salir en los libros de historia, sino muchas, muchísimas personas con un nivel crítico, creativo, artístico e intelectual que pueda codearse con lo más granado del planeta.

Las personas así trazan planes, tienen proyectos, persiguen metas, realizan tareas, revisan y corrigen, son capitanes de su propio barco y conocen el modo de negociar las olas sin perder el rumbo. Son esencialmente libres.  Hagamos de nuestra descendencia personas libres.




[i] [i] Fenotipo. 1. m. Biol. Manifestación visible del genotipo en un determinado ambiente.                                                                 Genotipo. . m. Biol. Conjunto de los genes de un individuo


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