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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Nº 2. EDUCAR EL TALENTO ES COSA DE FAMILIA




La familia, la madre y el padre fundamentalmente, son los responsables de educar a la prole para desenvolverse en la vida. Y digo esto aun compartiendo esa máxima de la Universidad de Padres (para educar a un niño hace falta la tribu entera), porque el resto de la familia y  de la gente tiene, o va a tener, gran importancia en tanto la criatura comience su socialización.

Educar es sinónimo de entrenar.  De ser entrenadores. Entrenar es, pues, dirigir los entrenamientos. Entrenar dirigiendo los comportamientos.  Entrenar para expandir las inteligencias potenciales de la criatura hacia la vida, las competencias esenciales. Éstas han de ser: las afectivas (sentirse respetad@, querid@, escuchad@...); las intelectuales (cantar, bailar, pintar, jugar con las formas –ver foto-…); las relacionadas con las tareas (guardar sus juguetes, recoger la habitación…)

El entrenamiento no es siempre divertido, ni tiene por qué serlo, sobre todo en lo que se refiere a las tareas, porque tenéis que sacar la presencia de ánimo suficiente para inculcar a pequeñas dosis la inteligencia del esfuerzo, la de que para conseguir cosas hay que hacer más que pedir y llorar: esforzarse.

Eso no es fácil para los padres novatos. Ni para nadie cuando se trata de criaturas. Pero sabed que les estaremos haciendo el mejor de los servicios.

El juego de la foto es, por ejemplo, muy aleccionador. Si la criatura no acierta a la primera (suele ser difícil) puede hacerlo después, y va a depender de la confianza que mostremos. Se atrae su atención, lo hacemos una vez y animamos a que lo haga, celebrando cada acierto. Si falla, acertará. Paciencia. Pero no dirijáis.


Bailar. Cantar. Leer. Dibujar. Pasear. Contar historias.  ESCUCHAR. ESCUCHAR. ESCUCHAR. Son pozos de creatividad.

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