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domingo, 8 de diciembre de 2013

LA MEDIACIÓN, LA MARCA BLANCA DE LA JUSTICIA

Después de bastantes años tratando de introducir la Mediación como método para la resolución de conflictos en Gipuzkoa, haciendo campañas de radio, publicando artículos e intentando publicar otros que fueron rechazados sistemáticamente, intentando potenciarla entre las empresas y recibiendo un sonoro NO de una gran institución con poder para haberla implementado como experimento  -que era mi propuesta-, me decidí por ejercer la mediación financiera y ponerme al servicio de los más débiles en la tempestuosa relación que las entidades financieras y los particulares vivieron entre 2006 y 2009. Comprobé que los mediadores éramos considerados meros instrumentos por ambas partes, vituperados, y finalmente acabamos pagando los platos rotos de la crisis viéndonos obligados a cerrar oficinas que habían costado dinero, esfuerzo y que, en nuestro caso, también costó salud. Aún pagamos intereses de ello, y para eso no hay dación en pago que valga.

Pero es curioso, porque sigo creyendo que mediar en los conflictos es la mejor solución y no sólo por ser la más barata, sino porque pone a las partes frente al problema que tienen, las hace conscientes del remedio, y éste siempre suele ser rentable a nivel personal. Que es lo que cuenta, al fin y al cabo.

Sin embargo, no. No en Euskadi, y menos si es de pago. Porque nuestras instituciones han hecho y siguen haciendo mucho daño a la mediación profesional. La banalizan, haciéndola gratuita. Y no sólo a causa de que quitan el pan de la boca a personas expertas y capaces que quieren cobrar por mediar, sino también porque la gente relaciona mediar con gratis, como la solución barata a situaciones que, de haber tenido posibles, hubiesen acabado en el Juzgado, como debe ser

Se avecina una época en que habremos de "mirar la pela", de re-aprender a ser solidarios y a colaborar, de ser responsables de nuestros actos más allá de lo que digan las normas o de lo que diga quien manda. Una época que en muchas vivencias nos retrotraerán  a nuestros ancestros, a cuando los sabios de la tribu mediaban en los conflictos.

La justicia como institución es cada día que pasa menos justa y depende de los recursos económicos que poseas para que te vaya en ella mejor o peor.

La mayoría, tristemente cada vez más mayoritaria, empieza a carecer de recursos (tasas, procurador, abogado, peritos...) para hacer frente a pleitos que, de salida, exigen un desembolso casi inalcanzable.

Puede que las circunstancias, del mismo modo que llevan en el supermercado a elegir las marcas blancas, acaben por convertir a la mediación en la marca blanca de la justicia.

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