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jueves, 15 de noviembre de 2007

MEDIACIÓN, TRANSVERSALIDAD Y OTROS MESTIZAJES (MÁS O MENOS BASTARDOS)

Hay palabras a las que les llegan momentos de cierto desgaste, unas veces por exceso de uso y otras por defecto. Palabras como conflicto, consenso, mediación, diálogo o negociación, están sometidas a un gran estrés, por decirlo así, semántico, término que uso aquí apoyándome en el Diccionario de la Real Academia Española. Es decir, estas y otras palabras están sometidas a un estrés “perteneciente o relativo a su significación.”
Tal estrés se debe, principalmente, al uso y abuso que hace la inmensa mayoría de nuestros políticos de tales términos. Bien sabido es por toda la ciudadanía que, salvo casos raros de políticos claros, las palabras se retuercen, se estiran, se encogen, con el fin más o menos bastardo de tener razón o, en su caso, de que lo parezca, pero siempre para salirse con la suya, o intentarlo. Da, les da, lo mismo que quienes saben de lengua escrita y hablada salgan a menudo a llamar la atención sobre las barbaridades lingüísticas que se cometen a diario.
Por ejemplo, Transversalidad es una palabra que no existe en español (castellano para los más sensibles). Mediación, como acción de mediar, en su tercera acepción es interponerse entre dos o más que riñen o contienden, procurando reconciliarlos y unirlos en amistad. Diálogo, a su vez, tiene varias acepciones que permiten interpretar y retorcer la cuestión. O Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos, o Discusión o trato en busca de avenencia. Conflicto: O Combate, lucha, pelea. O Apuro, situación desgraciada y de difícil salida. O Problema, cuestión, materia de discusión. O Enfrentamiento armado. Consenso es un término de una sola acepción para la RAE: Acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos.

Me pregunto qué más da, qué podría importar cualquier significado si la intención fuese clara; pero no lo es, y el mundo, el planeta, se debate entre lo que sentimos y lo que decimos, lo que sabemos y lo que contamos, lo importante y lo urgente, la vida y la muerte, la espiritualidad y la razón.

En realidad, se trata sólo de una cuestión de conciencia acerca de quiénes somos, qué hacemos aquí, a qué hemos venido. Si nos dedicásemos a ser felices por sólo estar vivos, seríamos transversos aunque hubiésemos de inventar la palabra, dialogaríamos en la segunda acepción, nuestros conflictos se plantearían en el tercer significado, y el consenso sería el modo de operar, por lo que la mediación sólo sería acercamiento para la unión en amistad.

¿Por qué no es así? Hemos venido al mundo a aprender y todavía estamos aprendiendo a deletrear. Nos tenemos que dar una letra los unos a los otros para poder seguir avanzando. El aprendiz deletrea pero no puede hablar porque no sabe juntar palabras. La humanidad aún ha de dar pasos hacia el tallado de su piedra, hacia la sabiduría y la fraternidad.

Quizá nos toque a los/as mediadores/as el papel de El Bautista y predicar para ir reuniendo personas hasta un conseguir alcanzar una masa crítica.


Karlos Urrestarazu


1 comentario:

MarVic.Palabra. dijo...

Hola Karlos me gusta lo que dices y cómo...trato de crear mediación en la tierra en que vivo aunque viví de peque en Donosti maitia::))
Seguiremos en contacto.
visita mi blog http://azulpalabra.blogspot.com